En la Tierra, el hidrógeno puro prácticamente no existe de forma natural, lo común es que se produzca a partir de otras sustancias, ya sea materia orgánica (biomasa), agua o hidrocarburos como el gas natural.
Como lo señaló don Rolando Araya, en un medio de prensa, la mayor parte del hidrógeno que se produce actualmente en el mundo procede precisamente del gas natural; no obstante, esto no convierte al hidrógeno en un hidrocarburo, pues en su definición química más básica, un hidrocarburo es una sustancia formada por átomos de carbono e hidrógeno.
El hidrógeno, proceda de donde proceda, no contiene carbono, por ende no es un hidrocarburo.
Con el respeto que se merece el señor Araya, consideramos que sus declaraciones han sido imprecisas en este sentido, y eso lo respaldan opiniones calificadas como la del Dr. Julio Mata Segreda, profesor catedrático de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien también en días recientes ha externado su criterio respecto de este tema, en los medios de prensa nacional.
Si hay en el país una empresa que sabe y entiende de hidrocarburos es RECOPE. No en vano, hemos suministrado sin interrupción, por más de 50 años, los combustibles que el país ha requerido para su desarrollo.
Pero dejando de lado los purismos de las definiciones académicas, la situación que se ha puesto sobre el tapete en días recientes, con respecto al proyecto de investigación conjunta que desde el 2011 RECOPE ha venido desarrollando con Ad-Astra, deja al descubierto un tema muy importante para el país que es la necesidad de dotar a sus empresas en el sector energía de capacidades que le permitan adaptarse a los cambios.
Costa Rica se precia de ser un país de derecho y si bien esto nos garantiza un desarrollo más justo y democrático, la vía que hemos escogido también nos convierte en un país lento para reaccionar ante los cambios. Tiene razón don Rolando Araya al señalar que RECOPE ha sido sitiada por una burocracia que le impide operar con flexibilidad (más externa que interna), pero se equivoca al afirmar que RECOPE (y el ICE también) desconozcan completamente el cambio energético que se está dando en el mundo o que ambas empresas no estén a la altura de los cambios.
Aunque muchos no quieran verlo así (por falta de información, por conveniencia u otras razones), el informe de la Contraloría General de la República DFOE-AE-0862, del 15 de diciembre de 2014, pone en duda el hecho de que RECOPE participe en el desarrollo de la industria de los biocombustibles y de forma completamente análoga, se pone en tela de duda la habilidad legal de RECOPE para participar en el desarrollo de cualquier otra forma de energía (fuera de las que indica la ley), incluido el hidrógeno.
No es que RECOPE no comprenda el cambio, si no que debe dotársele de capacidades legales para adaptarse. La ley que regula las actividades de RECOPE data de 1981, momento en que los legisladores no pudieron haber previsto el auge que tendrían otras formas de energía diferentes de los derivados del petróleo y la necesidad de que el Estado participara de su desarrollo. La evolución de los acontecimientos indica que la camisa que en el pasado vistió a RECOPE hoy hay que cambiarla.
RECOPE es consciente de la necesidad de impulsar el desarrollo de energías alternas y es precisamente esa conciencia lo que la tiene metida en esta disyuntiva. Si RECOPE no estuviera en pro del desarrollo de las energías alternas y no comprendiera la naturaleza evolutiva de sus funciones, en principio, nunca hubiera emprendido el proyecto de hidrógeno con el Dr. Franklin Chang, ni muchas otras investigaciones en materia de biocombustibles que se han venido desarrollando desde mucho tiempo antes de concretar trabajos conjuntos con Ad Astra.
Aunque nuestra lectura de la ley es sistémica y armónica, a fin de ajustarnos a los cambios, resta conocer la opinión de la Procuraduría General de la República con respecto a estos temas para discernir si nuestro accionar ha sido apegado al derecho y si no es así, hacer lo propio para que se modifique la ley que regula el accionar de RECOPE. Asimismo, le toca al país entender que el cambio corre por cuenta de todos, para el bienestar de todos.
Finalmente, si bien es cierto, la experiencia de doña Sara Salazar y de doña Irene Cañas se ha desarrollado más en el ámbito eléctrico que en el de los combustibles, el señor Araya, por su vasta experiencia debe tener claro que los combustibles y la electricidad, al fin y al cabo son energía y que muchos de los conceptos que ellas manejan les sirven para entender la función en la que hoy se desempeñan; no es correcto por tanto, subvaluar su capacidad profesional, ni obviar que no están solas, porque se apoyan en un grupo técnico profesional con amplia experiencia en la materia.
