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Hiperconsumo, infraconsumo, ineficiencia y desperdicio energético mundial

Publicado el día 20/06/2014

Atestados Ing. Allan Chin-WonAunque estos conceptos pueden aplicarse ampliamente a todos los recursos que se disponen, en este artículo se enfocará hacia la energía que es el tema de interés.

El infraconsumo (inferior a lo necesario) fue el reto de la humanidad por siglos hasta que se llegó al siglo XX, donde al menos las sociedades de los países desarrollados y polos más avanzados de los países del segundo y tercer mundo lo han superado, aunque no está garantizada su sostenibilidad hacia el futuro.

Más aún, algunas de las naciones y élites “ricas” han sobrepasado los límites y han alcanzado un hiperconsumo energético, donde lo innecesario, ineficiente y el desperdicio, se combinan para alcanzar niveles monstruosos de consumo de energía.

Si observamos en la figura No. 1 la relación entre el Producto Interno Bruto PIB  (que es la riqueza que genera una nación y el consumo de energía), el caso de España, es un país que ha estabilizado su población, ha cubierto sus necesidades básicas, donde el PIB y la demanda de energía son paralelos, o sea, a igual crecimiento económico igual tasa de energía. Esta situación no es necesariamente cierta, principalmente cuando los niveles de desarrollo son muy altos y es posible crecer a tasas económicas mayores que la energía como el caso de Alemania.

PIB y consumo de energía
Fig.1 PIB y consumo de energía

Tomando en cuenta la demanda de energía, la población y la generación de riqueza,  se pueden observar  diferentes grupos de países a saber (figura No. 2):

1)      Bajos consumo de energía per cápita y de PIB per cápita: Aquí van estar los países, donde la población es pobre y carente de servicios y energía, situación muy indeseable.

2)      Bajos consumos energía per cápita y altos PIB per cápita, hacia la derecha del gráfico y bajo la línea de ajuste,  escenarios muy deseables. No extraña encontrar países europeos como Suiza, Noruega  y Dinamarca y asiáticos  como Japón, en este grupo.

3)      Consumos medios de energía y bajo PIB, países menos convenientes como Rusia y Estonia, que formaban parte de la antigua Unión Soviética.

4)      Consumos medios de energía y PIB medios, como Nueva Zelanda.

5)    Y por último países con consumos altos de energía y alto PIB, en el que, como era de esperar, están Estados Unidos y Canadá, donde es notorio el hiperconsumo y el desperdicio.

Por lo tanto, desde el punto de vista macroeconómico, lo deseable son altos índices de PIB per cápita (que supondrían una gran riqueza) y consumos bajos o medios de energía per cápita, que supondrían una eficiencia energética media y alta.

PIB versus consumo de energía
Fig. 2 PIB versus consumo de energía

La figura No. 1 muestra una instantánea en un momento dado, pero que si se generara en un período de tiempo, tendríamos para cada país lo que se llama el sendero energético como el que se observa en la figura No. 3, donde se indica el comportamiento a través del tiempo y se podría ver si el país se hace más eficiente en la producción de riqueza y en el uso de energía.

Por supuesto, al ser estos indicadores macroeconómicos, no se sabe exactamente porque son así, ya que no se conoce cuál es el nivel de vida de los diferentes grupos socioeconómicos de la nación.

Energía y PIB per cápita
Fig. 3 Energía y PIB per cápita

Si se cruzara esto, por ejemplo con el Índice de Desarrollo Humano (figura No.4), que considera aspectos de salud, educación y estándar de vida, el consumo de energía no es determinante, de manera que se puede obtener un alto IDH sin consumos excesivos de energía.

Esto parece indicar que al igual que sucede con muchos recursos, hay un sector de la población que desperdicia la energía,  mientras un grupo no tiene lo necesario.

Lo más grave es que ya se ha comprometido a las generaciones futuras, donde no están garantizados los recursos para atender las necesidades, siguiendo las tasas de crecimiento y modelos de desarrollo actuales.

El Hiperconsumo[1]es el principal causante del desequilibrio ecológico y para algunos presumiblemente del cambio climático; pues hay que señalar que los 20 países más ricos del mundo han consumido en este siglo más Naturaleza, es decir, más materia prima y recursos energéticos no renovables, que toda la humanidad a lo largo de su historia y prehistoria (Vilches y Gil, 2003). Igualmente algunos otros grupos de países que han copiado el modelo de los anteriores, son responsables del gran consumo de energía y recursos.

Fuente Smil Science, energy, ethnics and civilization, 2010
Fig. 4 Fuente Smil Science, energy, ethnics and civilization, 2010

Lo más grave de todo es que el modelo de vida y desarrollo de esos países ha sido tomado como la meta a alcanzar por parte  del resto. Si esto ocurriera, habría no sólo una “escasez”, sino un verdadero desastre ambiental, porque lamentablemente la producción de servicios y productos, además genera gran cantidad de desechos, que actualmente no son debidamente aprovechados.

El modelo de hiperconsumo ha llevado a que 700 millones, de un total de 6,800 millones de personas, sean los responsables del 50% de las emisiones globales de CO2, mientras los 3 mil millones de las personas más pobres solamente emiten el 6% del CO2.

Entre 1950 y 2005 la producción de metal aumentó 600%, el consumo de petróleo 800%, el consumo del Gas Natural 1,400%. Se extraen anualmente 60 mil millones de toneladas de recursos, 50% más que hace 30 años. Se calcula que más del 60% de los servicios que brindan los ecosistemas del planeta se encuentran degradados.

La mayor parte de estos recursos están asociados al 20% de la población mundial que sería responsable del  86% del consumo global, mientras el 20% más pobre consume solamente el  1,3%.

De ahí que la estrategia deba establecerse en compromisos para reducir el consumo de energía y recursos, desarrollando formas de producción y consumo sustentables para la población en general, como lo estableció la Cumbre de Marrakech.

“Necesitamos hacer cambios necesarios en los estilos de vida para combatir el cambio climático, buscando soluciones colectivas e individuales. En este sentido, los consumidores necesitan estar de manera central en la hoja de ruta hacia los cambios de patrones de consumo”, dijo Juan Trímboli, Coordinador de Consumers International para América Latina y el Caribe.

Por tanto, es el momento de considerar el uso de recursos, de acuerdo con nuestras verdaderas necesidades, para toda la población actual y futura. Se le debe garantizar el suministro de energía a toda la población mundial de manera que se resuelva el infraconsumo, electrificación total y acceso a todas las energías primas y secundarias para satisfacer las verdaderas necesidades de la población.

Los requerimientos no sólo deben ser de energéticos, sino realmente de todo lo que se produce y se compra, de manera que se evite el gasto de recursos en bienes y servicios que al final son innecesarios, combatiendo de esta manera el hiperconsumo.

La ineficiencia energética es una amenaza que incluso pasa oculta para muchos; por ejemplo, en un automóvil de combustión interna, apenas un 15% del combustible se consume o se convierte en movimiento de la rueda, perdiéndose el resto básicamente como calor al ambiente.

El desperdicio está asociado al uso inconsciente de la energía, con luces prendidas cuando no se necesitan,  usando el vehículo en viajes no útiles y otras conductas similares.

Pero aquí se llega a un aspecto casi filosófico, cual es propiciar que cada uno de los seres humanos consuma lo que realmente necesita, de forma que alcance  para todos, sin causar el menor impacto ambiental negativo al ambiente, porque aunque unos creen que el hombre es más importante que el ambiente, lo real es que sin ambiente el hombre no podría existir.


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